Un crimen que aún permanece impune
Dr. Vladimir Cerrón Rojas
Extracción campesina
Jaime Cerrón Palomino (1937-1990), nació en el distrito de Santiago León de Chongos Bajo (Huancayo), un 24 de Junio de 1937. Al culminar la educación primaria en su tierra natal migra hacia la ciudad de Huancayo donde trabaja como secretario en la Corte Superior de Justicia de Junín, alcanzando ser en 1961 Escribano de Estado y solventa parte de sus estudios secundarios hasta obtener el título de Contador Mercantil.
Dirigencia estudiantil universitaria
El año 1959 se fundó la Universidad Comunal del Perú e ingresó en 1960 a la Facultad de Educación. Según el historiador Dr. Gilberto Torpoco: “Jaime como estudiante llegó como un hombre muy modesto en su forma de actuar, ser y hasta de vestir. Nunca negó su extracción social ni su tierra. Tenía la capacidad de convencimiento, ingresaba de aula en aula y todos los cachimbos le teníamos una enorme confianza. Nunca pasó por nuestra mente que quisiera sorprendernos o utilizarnos. Su triunfo en las elecciones para Secretario General del Centro Federado fue arrasador. Jaime fue admirado y querido, y evidentemente, para sus contrincantes constituía un peligro. Esa fue su vida de estudiante… Se identificó con las comunidades, ejerció la docencia ad honorem en alguna de ellas, luego enseñaría en el Colegio Nacional José Gálvez Egúsquiza y la Gran Unidad Escolar Santa Isabel. Por sus cualidades llegó rápidamente a la cátedra y fue admirado por sus mismos profesores y alumnos. Jaime escaló paso a paso”.
Durante el ejercicio de los cargos estudiantiles (Secretario General del Centro Federado de Educación, Secretario de Organización de la Federación de Estudiantes y Presidente de la Federación de Estudiantes), pueden destacarse muchos méritos, siendo el más resaltante el haber organizado, junto a Fernando Romero, la marcha de sacrificio a Lima en busca de la ansiada nacionalización de la Universidad comunal, la misma que, tras una escritura pública clandestina, había devenido en propiedad privada con derecho a herencia a favor de Ramiro Prialé, Pulgar Vidal, Jesús Véliz, César Solís y demás allegados apristas.
Dirigencia magisterial
Egresa de la Universidad Nacional del Centro del Perú (UNCP), logrando el título de Profesor de Educación, Especialidad de Filosofía y Ciencias Sociales. Inicia la docencia en el Colegio Comunal Amauta de Ahuac y posteriormente en diversos colegios de la ciudad de Huancayo.
Luego se consolidaría en líder magisterial: “Luchó con atrevido énfasis en busca de las reivindicaciones económicas, culturales y políticas del magisterio. Estaba adscrito al Sindicato Regional de Profesores de Educación Secundaria Común (SIRPESCO) III Región, que agrupaba a los profesores de los departamentos de Ayacucho, Huancavelica, Junín, Pasco y Huánuco. Cerrón se convirtió en Secretario General del SIRPESCO III Región, elegido en el III Congreso Regional, llevado a cabo del 1 al 5 de julio de 1969 en Huancayo. En medio de una pugna interina en el seno del magisterio entre los sectores apristas e izquierdistas, Jaime Cerrón Palomino salió elegido por mayoría, representando al sector clasista del magisterio. Participó de esta agrupación sindical al lado de Julio Armacanqui Flores y como dirigente magisterial buscó la unidad del magisterio orientando esta posición al interior de las bases, esta tendencia coadyuvó posteriormente al surgimiento del SUTEP. Jaime Cerrón, se situó en la tendencia de izquierda y consecuentemente tuvo como enemigo principal en el plano sindical al APRA”.
Su pueblo
La identificación con la comunidad que lo vio nacer, Santiago León de Chongos Bajo, era constante, ello podemos inferir a partir de una carta enviada a su hermano Rodolfo: “Uno de los motivos que me impiden visitar el pueblo es el no haber hecho nada este año por él. Anteriormente por lo menos, escribía algunas disparatadas en hojas mimeografiadas, hoy las ocupaciones han aplazado mis intenciones. Sin embargo la semana pasada entregué un artículo a Carlos Hidalgo, referente a la fiesta patronal. Seguramente plagado de errores. En algunas oportunidades te dije que mis relaciones con él eran francamente hipócritas, y como lo suponía, no lo insertó en el momento conveniente. No le exigiré. Nunca me gustó exigir a nadie. Hoy tengo un sentido más libertario en mis actitudes para con otros. Pero mi ausencia de las festividades no será total. Iré de todos modos el 29 de julio, a felicitar a papá, a quien considero especial. Nunca quiso que sus hijos quedaran rezagados, siempre buscó horizontes grandes, más, al mismo tiempo jamás mostró humillaciones de ningún género. Me considero por tal motivo uno de sus sucesores y aún cuando vivir en el ostracismo pueda resultar patológico, creo yo que algunas almas prefieren tomar ese camino”.
Su martirologio
“Aquel aciago 8 de junio, muy temprano ambos se despidieron de sus seres queridos, sin saber que sería el último de sus vidas, vieron tal vez, un sol pálido, como cuando cae la tarde y señala un ocaso doloroso”.
A la edad de 53 años en pleno apogeo de su intelectualidad, un 8 junio de 1990, Jaime Cerrón fue secuestrado, vilmente torturado y asesinado, por un comando paramilitar durante el primer gobierno aprista. Como tal, la UNCP, es considerada según los organismos de derechos humanos como emblema de la masacre universitaria en Latinoamérica.
Las décadas de 1980 y 1990, la zona central del Perú se caracterizó por estar sitiada entre dos fuegos: el terrorismo subversivo y el terrorismo de Estado. El 8 de junio de 1990, en circunstancias que Jaime Cerrón se dirigía a sus labores de vicerrector, conducido por el chofer Armando Tapia, a las 7 de la mañana fueron interceptados a media cuadra de su domicilio por elementos de apariencia militar que actuaban dos a pie y el resto en una camioneta. Los que estaban a pie se acercaron a la camioneta de propiedad de la UNCP en la que iba el mencionado funcionario, a quién lo obligaron a bajar lo mismo que al chofer, introduciéndolos violentamente al vehículo de los secuestradores y desapareciendo a gran velocidad con rumbo desconocido.
El suceso criminal repercutió en la opinión pública nacional e internacional. Un diario capitalino en su edición del 24-06-90 puso como titular: “Equivocadamente las fuerzas del orden, creen que están eliminado el foco ideológico de la subversión… Cerrón era un brillante profesor de Filosofía y Ciencias Sociales, tranquilo, con ideas progresistas, pero avocado por entero a su carrera académica. Era un académico por excelencia comentó el rector de dicho claustro universitario Dr. Rodolfo Vizcardo”.
Frente a la sentida desaparición, la colectividad huancaína y especialmente los universitarios anunciaron una movilización el 18 Junio 1990. En la desesperación por impedir este acto, el gobierno informó a un reportero el hallazgo de dos cadáveres en la localidad de Sincos, en un paraje denominado Tierra Blanca, distrito de la provincia de Jauja.
Analizando las fotografías aparece el vicerrector con los pies cercenados y con impactos de nueve balazos, dos de los cuales estaban dirigidos a la cabeza. Los cuerpos fueron llevados a Huancayo siendo velados en el recinto del Palacio Municipal y enterrados el 20 de junio en medio de un mar humano.
Asesinado por el gobierno
Cuando los periodistas interrogaban sobre quien podría ser el autor del crimen, la respuesta unámine del pueblo de Huancayo no podía ser otra que el gobierno de Alan García. Por haber sostenido esta afirmación la familia del vicerrector comenzó a ser víctima de amenazas por parte de las fuerzas represoras, siendo así que un reconocido diario huancaíno puso en primera plana: “Amenazan a viuda de vicerrector… Para acallar el esclarecimiento del crimen”.
La UNCP denunció el crimen, mediante el representante legal, ante la Fiscalía de la Nación y el Ministerio Público, dicha denuncia no prosperó por la presión de las autoridades militares y la pusilanimidad de las judiciales, encontrándose en la actualidad, después de 20 años, en estado de absoluta impunidad.
La extorsión
Los asesinos conminaron a la familia a entregar la suma de 20 millones de intis, pero sólo se pudo reunir 18. El dinero le fue entregado el 12 de junio de 1990 por la esposa del vicerrector a José Lucén Torres en la agencia de transportes Jara. Lucén manifestó que era para el señor Castro quien era militar en Ayacucho y primo del señor Santiago Jara (dueño de la empresa) y firmó un recibo dando fe de lo actuado. Años más adelante el caso fue denunciado con motivo de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, sin embargo la fiscalía nunca tuvo el interés de capturar a los autores de este asesinato ni citar a Lucen Torres.
Asamblea Histórica de la UNCP
En la Asamblea Universitaria del 27 de septiembre de 1990, declarada histórica por su presidente y rector Rodolfo Vizcardo, se acordó denominar a la UNCP Jaime Cerrón Palomino. Según las actas de la asamblea, el Dr. Bullón Ames hizo una exposición sobre la labor académica y resaltó las cualidades del profesor Cerrón; recordó pasajes de su vida y su condición de luchador social, y que todos lo recordábamos como ejemplo de profesional y calidad humana, y manifestó que la idea del Tercio Estudiantil, sea aceptada por la asamblea para perennizar su nombre. Una vez terminada las fundamentaciones y teniendo en cuenta los memoriales presentados, la Asamblea Universitaria acordó lo planteado. Pero las presiones políticas y amenazas a las autoridades universitarias, hasta ahora, frustraron la oficialización de dicho acuerdo.
El caso no fue aislado
El crimen de Jaime Cerrón no fue un caso aislado, fue una política que el Estado implementó en el primer gobierno aprista, mediante sus grupos paramilitares (Escorpio y Rodrigo Franco). Así podemos recordar las muertes de los docentes Herminio Parra Rivera asesinado el 1 de octubre de 1988, Ernesto Barriga del Barco, Luís Aguilar Romaní asesinado el 18 de julio de 1989, Roberto Aguirre Palomino asesinado el 15 de octubre de 1990 y los secuestros de Víctor Raúl Lavado Olivera y Yofré López, etc., entre otros.
Lumbrera inagotable
Pese a la desaparición física del maestro Jaime Cerrón, la lucha de los sectores progresistas avanza, ahora con sentido claro y científico. Los maestros han comprendido más aún que la columna vertebral del cambio sigue siendo la educación y que el maestro sigue y seguirá siendo una lumbrera inagotable, llegando una vez más a la conclusión que la muerte solo es cierta, cuando no se ha cumplido la tarea de la vida.
El sepelio de Jaime Cerrón y Armando Tapia, el 20 de junio de 1990, fue una verdadera manifestación de protesta del pueblo de Huancayo.